31.10.06

Caída libre


Ayer fue un día extraño. Empezó como otro más. Pero según fue avanzando yo me notaba más sensible. No le di importancia.
Sólo un detalle, un mínimo detalle, casi a última hora, desató la tormenta.
Me rompí. Del todo. Todo el esfuerzo de los últimos meses por intentar sacar la cabeza del agua se fue al traste. Me hundí del todo. Lloré lo que no está escrito. Me desesperé. Volví, en un abrir y cerrar de ojos, al punto de partida.
Todo lo que creía haber conseguido, todo lo que creía estar superando, todo estos meses de lucha, se desvanecieron en apenas un instante.
Ya no es el hecho del tiempo, del esfuerzo, de volver al mismo pozo. Es el hecho de caer, de intentar resistirme a algo con lo que sé que no puedo.
La situación es la misma y no tiene pinta de cambiar, al menos, no a corto plazo. Si yo suelto una pluma en medio de un huracán, no puedo esperar que se deposite suavemente en el suelo. Tendré que esperar a que cese el viento o cambiar de lugar, a otro en el que el tiempo esté en calma. Creo que igual me sucede a mí. No puedo cambiar, si no cambio todo lo que no funciona en mi vida. Y, ahora mismo, es prácticamente imposible.
Estoy cansada de pelearme contra un muro que no va a desaparecer. Estoy cansada de levantarme cada día para enfrentarme con un nuevo día que no he pedido. Estoy cansada de ser yo.
Me he roto de nuevo y sólo yo sé lo que me costará volver a recomponerme, si es que lo consigo.

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